¡Socorro! ¡Soy pilatero!
El señor Lorenzo golpea el cristal de tu ventana y abres los ojos mientras suena de fondo la banda sonora del descanso merecido. Apenas te cuesta levantarte: te sientes ligero, fortalecido y descansado, y puedes notar la sangre fluyendo eficazmente por tus venas, regando cada centímetro de tu cuerpo y alimentando tus órganos como en un día de boda. Te diriges a la cocina… ¡Horror! La mermelada de fresa está en el armarito de abajo, al fondo, ahí donde se reúnen los duendes por las noches para maquinar malvados planes. Te pones en cuclillas y, aunque tardas un buen rato en dar con el ansiado botecito, no te resientes en absoluto. Te pones de pie, casi de un salto, y tus rodillas no se quejan en el intento.
De camino al trabajo, decides pasar de todos los ascensores y sobrevivir a cada uno de los peldaños que se te van poniendo por delante. Te sientes un poco como Frodo de camino a Mordor y, victorioso, llegas a la oficina, despacho, o similar, aún con una descarga de energía incompresible que piensas aprovechar. Durante tu jornada laboral, te sientes más concentrado, más dinámico e, incluso, de mejor humor. ¿Qué te ocurre? ¿Qué te está sucediendo? ¿Acaso alguien ha vertido en tu oído la poción mágica de Panoramix mientras dormías?
Hay algo de eso en tu radical cambio, pero poco tiene que ver con la magia. Según los síntomas que relatas, no cabe duda alguna: te has convertido en un pilatero. Sí, un pilatero: un asiduo a aquella clase que te recomendó el hijo de la vecina del sobrino de tu prima segunda, a la que acudes con frecuencia desde aquel día que tu monitor te dio la paliza del siglo, pidiéndote que hicieses ejercicios que, al principio, te daban un poco de risa, y que a los diez minutos te dieron un dolor de cuerpo que si no lloraste fue porque te dio vergüenza. Y en un par de semanas todo mejoró.
Tranquilo. No es nada malo. Repasa con cuidado la lista de los beneficios del Pilates y, si te reconoces en una mayoría, ya puedes salir a la calle gritando a pleno pulmón que has descubierto el legado de Joseph Hubertus Pilates:
* El Pilates mejora la flexibilidad y la fuerza. Esos minutos delante del armarito de la cocina te lo han demostrado.
* El Pilates también te ayuda a mejorar la concentración. El método sirve para ejercitar el cuerpo, pero también la mente, y es un potente aliado a la hora de focalizar nuestras energías en proyectos prioritarios en un mundo en el que los estímulos constantes mantienen cierta dispersión en nuestra atención.
* Evita los problemas y dolores de espalda: y eso mejora nuestra postura, nuestro descanso y, por supuesto, nuestro humor, porque el Mundo – con sus atascos, sus jefes y jefas, y sus declaraciones de la renta – es mucho más bonito cuando no padeces un grave dolor de espalda, o cuando has descansado bien.
* Aumenta el autocontrol y la autoestima. Y esto no solo te afectará a ti de forma positiva, sino también a todos los que te rodean: tus allegados, tus seres queridos y, en general, las personas con las que compartes tu día a día. Incluyendo aquellas que parecen contratadas, única y exclusivamente, para entorpecer tu mañana. Todo es cuestión de perspectiva, y de responder un con una espléndida sonrisa.
* Te ayuda a mejorar la técnica de respiración. Aprender a respirar correctamente es lo más importante cuando te inicias en Pilates. Esto garantizará el éxito de tus ejercicios y hará que el trabajo de musculación sea plausible en tu cuerpo. A través de la respiración ejecutada de forma correcta, conseguirás estabilizar la columna vertebral, movilizar de forma armónica las extremidades, relajarte y ser consciente de cada movimiento o de las tensiones que se acumulan en las distintas zonas de tu anatomía. Aunque cueste creerlo, respirar es un ejercicio básico y necesario que pocas personas realizan correctamente. Una mala técnica de respiración puede ser la causa de varios problemas de salud como la falta de oxigenación adecuada al corazón y los pulmones, la ansiedad, del estrés, los ataques de pánico, la depresión, los cambios repentinos de ánimo, algunos trastornos digestivos o el debilitamiento del sistema inmunológico. ¿Eras realmente consciente de lo importante que es respirar correctamente? ¡Y parecía que lo hacíamos bien desde la cuna!
* Te ayuda a optimizar la coordinación y el equilibrio, ya que también te ayuda a tomar conciencia de tu propio cuerpo, a conocer mejor el universo de tu anatomía y a utilizar el movimiento libre como vehículo de tu existencia.
* Reduce los niveles de ansiedad, te ayuda a terminar con el estrés y, por tanto, a combatir las enfermedades que resultan de ambas cosas.
* Es un gran maestro en la difícil empresa de “reeducar tu cuerpo”. Con los años, desarrollamos ciertos malos hábitos y costumbres que terminan por pasarnos factura en cuestiones de salud, muchas de ellas relacionadas con nuestras malas posturas al dormir, al sentarnos o, incluso, las malas prácticas al caminar. La práctica de Pilates te ayudará a eliminar esos malos hábitos, reemplazándolos por otros más saludables, más correctos y menos destructivos de forma gradual.
* Te permite conocer a personas que, como tú, están interesadas en mejorar su salud y su movimiento, y te permite relacionarte con hombres y mujeres de todas las edades con las que puedes compartir tus experiencias.
* Es un divertido método de mantenerse en forma, de prolongar la vida y de tratar que esos años que ganas merezcan ser vividos.
¿Te sientes mejor? ¿Te alivia saber lo que supone convertirse en un auténtico pilatero? No dejes de acudir a tus clases: tu salud – y la salud de los que te rodean – te lo agradecerán.
Y tú, el otro tú, ese que todavía no se ha animado a acudir a una clase de prueba. ¿A qué esperas para probarlo? ;)
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